sábado, 8 de noviembre de 2014

En casa de Félix. La amistad



A Félix le gusta comentar los poemas pero no le gusta escribirlos. En la tertulia hay comentaristas y hay lectores, y también hay gente que le gusta escribir. Félix ofreció su casa en el castizo barrio de Chamberí. Y propuso el tema de La amistad.

Discutimos largo rato sobre los amigos y las amigas; sobre si era posible tener amigos de otro sexo; y sobre qué pasaba cuando además de amigos había sexo; la amistad con derechos era un tema de moda. También hablamos de generaciones, de si la amistad era sólo posible entre coetáneos.

El primero en leer fue Jose. Su relato trataba de un superadolescente furioso que quería destruir el mundo con sus manos. Pero nadie pensó en un superhombre. Unos entendieron una alucinación, otros una metáfora. Y la rabia de los madrileños que no querían ver destruído el planeta les pareció una resaca.



El segundo relato, de José Ignacio, volvía los pasos sobre el principio de su novela. Describiendo Atocha hablo de bocadillos y de turistas y una coma levantó un debate sobre unos y otros y como salían de la misma barra. José Ignacio atribuyó la confusión a la declamación, no a la puntuación.

Abel habló del otoño y del frío de su pueblo. Sus poemas y su voz eran reconocibles desde la primera sílaba en su exigencia. También era reconocible la voz de Juan Antonio Marín y su tono casi bíblico.



Antonio acaba de publicar un libro de poemas. La presentación fue el jueves y, ¡ay! ningún fiel de la tertulia había asistido. Antonio tenía un verso sencillo y sorprendente, al que no estábamos acostumbrados pero queríamos seguir saboreando.

Pilar habló de una mujer que harta de aguantar a su marido año tras año toma una decisión valiente. La pregunta que suscitó su cuento para algunos lectores, en su mayoría masculinos fue que hizo a la esposa esperar tantos años para tomar una decisión tan aclamada.

Lola leyó varios poemas con tal atención de los tertulianos que todos prefirieron perder el ultimo metro de aquel viernes a quedarse sin oírlos.



No hay comentarios: