Leímos un texto de Antonio Costa en el que un gallego viajaba en tren con una mujer hermosa. Cual fue nuestra fascinación cuando descubrimos que la mujer era Marilyn Monroe a la cual todos conocíamos, y queríamos conocer mejor, y cual nuestra sorpresa cuando vimos que el gallego era un rendido Antonio Costa que, por más que todos los lectores lo presentíamos y lo lamentáramos, iba a verla salir del vagón sin haber conseguido sus favores sexuales.
Xan leyó un capítulo más de su libro que está a punto de ser publicado. Sus dos animales están evolucionando entre aventuras y charlas. Uno de ellos, el perro más cascarrabias, hizo correr por el vecindario el rumor de que sus mordiscos estaban envenenados. No consiguió ser respetado, pero sí consiguió ser rechazado. Su amigo, el perro noble, ingenió otra comidilla para ayudarle. Xan sabía de hablar de la fama y del respeto, de animales que aprenden y de revuelos, con un estilo tan ágil que casi, casi, era invisible.
El cuento de Juan Ignacio hablaba de un amigo rico y un amigo pobre; de deseo carnal y de una mascota. La hija del amigo rico había empezado a madurar, pero, rezagada en su propia inocencia cultivaba la amistad de un cocodrilo. Era un animal de compañía o era un animal al acecho. En algún momento el cocodrilo y y el amigo pobre se fundían en uno solo.
Juan Carlos nos sorprendió con una bellísima canción y con una glosa sobre la letra de la misma que trata del mito de
Calypso.
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